viernes, 9 de noviembre de 2007

Dándose a la fuga, sin mucho éxito

De madrugada, cuidadosamente y sin que nadie le viera (aunque era muy dicifil) todavia estaba todo muy oscuro, se levantó, fue a un lugar solitario y pacífico y allí se puso a orar.
Todos se levantaron y al no verle, salieron en su busca Simón y sus compañeros (algunos se escondieron para seguir durmiendo).
Le encontraron orando concentradamente y le dijeron aproximandose cuidadosamente «Todos te buscan.»

El se levantó de donde estaba arrodillado, se colocó las ropas y les dijo con pasimornia: «Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para quetambién allí predique; pues para eso he salido.»

Pasaron los días y recorrieron todas las sinagogas de Galilea expulsando demonios, curando enfermos y predicando.
Uno de los días en una de las muchas sinagogas que recorrieron un leproso se les acercó suplicándole de que le curase y le dijo: «Si quieres, puedes limpiarme.»

Jesús compadeciendose de él, extendió su mano hasta su cabeza, le rozó los cabellos y dijo: «Quiero; queda limpio.»

Al instante la lepra le abandonó y quedó limpio por completo (como con Silig Bang)
Jesús le despidió y le prohibió terminantemente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, méstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.»

Pero él hizo caso omiso a las palabras de Jesús (encima que le cura, para una cosa que le pide....) y fue divulgando la noticia de modo que Jesús no podia salir a la calle sin que la gente de todos los sitios se le acercase y le pidiese que curase a sus familiares o amigos enfermos/endemoniados.

Por esto Jesús se quedó a las afueras de las ciudades, y la gente acudía a él de todos los lugares.

Marcos 35-45

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