Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice: «Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que
permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos.» (Pobrecillos....)
Sus discípulos le respondieron: «¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?» (más que pan necesitan agua)
El les preguntaba: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos le respondieron: «Siete.»
Entonces él mandó a la gente acomodarse sobre la tierra y, tomando
los siete panes y dando gracias, los partió e iba dándolos a sus discípulos
para que los sirvieran, y ellos los sirvieron a la gente.
Comieron y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes siete
Subió a la barca con sus discípulos y se puso rumbo a Dalmanutá.
Y salieron los fariseos (que pesados son por favor...) y comenzaron a discutir con él, pidiéndole
una señal del cielo, con el fin de ponerle a prueba.
Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice: «¿Porqué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal.» (todo el mundo necesita una señal....)
Y allí les dejó y se dirigió a la orilla opuesta. (Jesús va de orilla en orilla)
Marcos8 1-13
viernes, 9 de noviembre de 2007
Necesitamos panes y una señal
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